Si en el post anterior hablábamos de la importancia que tenían los mapas hoy en día en nuestra vida, en esta ocasión queremos hablar de futuro. Concretamente, de su papel como figura clave en la movilidad del futuro. Y es que en unos años los mapas van a ser más importantes si cabe porque formarán parte de los coches autónomos.

Seguro que en más de una ocasión te has planteado cómo puede ser posible que un coche conduzca solo. La respuesta a tu pregunta está en que para moverse con precisión y, sobre todo, de manera segura, es necesario que se guíen por unos patrones muy detallados. Y ello requiere de una perfecta combinación de tecnología y de inteligencia artificial con todos los elementos que conlleva: sensores, cámaras, mapa, etc.

No cabe duda, el coche tiene que ver lo mismo que vemos los humanos e, incluso, más allá porque el trayecto no es el mismo un día sin tráfico que con tráfico, con accidente u obras. Por ello, debe contener los mapas con información actualizada al instante para prever de antemano y reconducir el trayecto.

En la actualidad le pedimos a  un mapa que sea interpretable y que esté actualizado. Y como decíamos anteriormente, el coche necesita ver y reconocer todo lo que le rodea con un mapa tridimensional, con una precisión milimétrica y en constante actualización. Y es precisamente en este aspecto en el que están trabajando compañías como Here, TomTom o DeepMap.

Tal es la complejidad de estos “mapas” que en la industria existe un debate sobre si se les pueden llamar mapas. Y es que no estamos hablando de un mapa cualquiera, hablamos de los más detallados que jamás hemos podido imaginar porque contienen información como la localización física de asfalto, edificios, árboles, señales de tráfico, semáforos, límites de velocidad, entre otros. Podemos decir que son o serán más parecidos a los mapas topográficos que usan los militares pero con mayor precisión respecto a coordenadas y relieve.